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lunes, 31 de agosto de 2015

Un largo fin de semana con los grumetillos.

Hola navegantes.

Tras la vuelta de Bretaña he retomado la organización de las navegaciones Carpe Diem, que durante mi ausencia organizaron unos compañeros. Y la primera salida ha sido intensiva, porque quedamos para la tarde del sábado como siempre, pero luego había fuegos artificiales y algunos se quedaron para verlos, y otros incluso durmieron en el barco y sigueron navegando el domingo hasta el mediodía.

La tarde del sábado fué maravillosa, con una meteorología clemente, calor, el agua calentita para bañarse, y además quedamos con la Cruz Roja del Mar para compartir la actividad con ellos. Navegamos a vela dos horas y media y a la hora de la merienda se acercaron a nuestro fondeo para enseñarles las motos de agua y las zodiac.

Otros grumetillos quedaron con un pescador para aprender a pescar, y no se les dió nada mal porque cogieron medio cubo de chicharros (jureles). Llegaron a cogerlos de dos en dos. Esos volvieron a casa con la cena.

Los que nos quedábamos a los fuegos seguimos navegando hasta que oscureció. Fondeamos juntos delante de la playa de la Magdalena para cenar, y a eso de las 22 horas salimos hacia Cabo Menor, frente al Sardinero, que es donde tiraban los fuegos. La noche estaba tranquilísima, sin las olas que habitualmente hacen tan incómoda la estancia en esa zona, porque algunos se marean. Por el camino les enseñamos a identificar las luces de navegación y los faros. Gracias al poco calado del Corto Maltés pudimos ver los fuegos en primera fila, más cerca de la playa que otros barcos más grandes que habían acudido para lo mismo. Lo malo es que como hacía poco viento, y el poco que había venía hacia al mar, el humo de las explosiones no se dispersaba o venía hacia nosotros, cargando el aire de olor a pólvora e impidiendo ver bien los juegos de colores. Pero en esta ocasión era imposible irse a barlovento de los fuegos, como recomendamos, porque el barlovento estaba en el Parque de Mesones.

Tras el espectáculo fuimos a fondear a la playa del Puntal, y los grumetillos ya se durmieron por el camino. Como había una bajamar enorme, de 111 de coeficiente, el canal de navegación y la zona de fondeo en El Puntal eran estrechísimos, y en los bordes había dos veleros enormes, y algunas motoras, que habían calculado mal y habían varado. La noche fue tranquilísima, sin apenas viento, y pudimos descansar a gusto.

Por la mañana, después del desayuno, hicimos el baño matutino en el mar. Por el río bajaban árboles enormes que a veces chocaban con los barcos fondeados. Como hacía tan bueno aprovechamos la mañana para bañarnos y hacer una navegación cortita. Ya de camino a Puerto Chico nos encontramos con el Paripé, que el día anterior había perdido el cañín del timón y estaba intentando encontrarlo buceando. Les ayudamos remolcando a Eduardo, con las gafas de bucear puestas, por las zonas de menos calado donde su barco no puede entrar, con la esperanza de encontrarlo barriendo una amplia zona del fondo. Pero no disponíamos de la posición GPS donde se cayó, y en esas condiciones era como encontrar una aguja en un  pajar y no nos acompañó la suerte. El cañín  no apareció.

Nuestra siguiente navegación con los grumetillos será el 5 de septiembre.







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