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martes, 7 de junio de 2016

Los "ormeggiatori" italianos.

Son los amarrados de los puertos, y al final os diré algo de ellos.

Ayer salimos de Porto Azzurro con un día de auténtico verano que se mantuvo hasta la noche. Queríamos conocer una cala llamada "de l'Innamotata", o sea, de la enamorada. Teníamos que doblar la Punta Calamita ("Punta del Imán") en el extremo sudeste de Elba. Esta Punta está llena de exploraciones mineras que se ven desde el mar. Esta zona, como Portoferraio, tiene el subsuelo muy rico en minerales de hierro, hasta el punto que se han informado alteraciones magnéticas que afectan a los compases de los barcos. Por eso no me extrañó el nombre de la punta. Aunque fui pendiente de mi compás no pude detectar ninguna anomalía, para lo que supongo que harán falta instrumentos de precisión.

Al mediodía llegamos a la cala, que nos decepcionó porque estaba llena de sombrillas, tumbonas, chiringuitos y demás. Lo que si es impresionante es su acceso, hay que contornear dos islotes llamados "los gemelos", entre los cuales no se puede pasar por haber escollos. Más preocupante aún que un escollo situado en 42º42,949 N y 10º22,239 E, y que según el Navionics está a 2 metros bajo el agua, es una roca que vela a ras de la superficie y no la ves hasta que estás encima ella. Menos mal que yo adopto la precaución básica de pasar a un través de dedo (en el zoom más grande) de todos los peligros para dejar un margen a los posibles errores cartográficos o de posición del GPS, porque si no le hubiera pasado por encima confiado en mí metro cuarenta de calado con la orza bajada.

En esa cala comimos y hacía tanto calor que estrenamos el toldo. Luego vinimos dando bordos a Marina del Campo. Justo antes de llegar el viento, que había sido del SW todo el día, roló al NW y al venir de tierra y encajonarse en el valle, soplaba racheado y con mucha fuerza, entrando de lleno en el puerto. En la punta del espigón me esperaba el ormeggiatore. Me dijo que tenía que echar mi ancla por popa por lo menos con 40 metros de cadena (no los tengo ni para el ancla principal, la de proa) porque el viento en ese momento era muy fuerte y podía echarme contra el muro del muelle. Más dentro había un atraque libre con fondo de 1,5 metros y costaba 50 euros la noche. Mientras empalmaba distintos cabos plomados para conseguir los 40 metros se acercó otro navegante con su zodiac y me contó que la noche anterior se había amarrado en ese muelle, el ancla le garreó y tuvo que cambiarse a un fondeo en la playa para no chocar con el muro.

En ese momento la decisión estuvo clara. Mañana vamos a visitar la isla de Pianosa en ferry (no está permitido ir con tu barco) y vamos a dejar el barco 12 horas sin vigilancia. Si fondeásemos en la playa no tendríamos forma de desembarcar para coger el ferry ni conocer el pueblo. Y si nos quedaramos en el muro, nuestra ancla de popa es sin duda peor que la del barco que nos contó sus problemas, que es mucho más grande que el Corto Maltés. El riesgo era muy alto y decidimos utilizar la plaza más segura, aunque éramos conscientes de que estaban abusando de nuestras circunstancias. Al desembarcar le pregunté al ormeggiatore que dónde estaban las oficinas para ir a pagar, y me dijo que no había, que era el bar. Me acordé de un consejo de la guía Imray, en el sentido de no ponerte chulo los ormeggiatori y resignado me limite a negociar un descuento por quedarnos dos noches, como así fue.

Mañana, como os dije, iremos a Pianosa en ferry. Es una reserva natural y la visita nos llevará todo el día.

Hasta mañana navegantes.

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