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sábado, 24 de junio de 2017

Llegamos a La Coruña.

Hola navegantes.

Esta mañana mientras desayunábamos apareció el agua llena de aceite y comprobamos que en el pesquero había dos personas trabajando en el motor. Ensuciaron toda la esquina. Luego salimos temprano de Cedeira bajo una niebla como piedra pómez, tanto que sacamos la bocina de niebla y repasamos en el reglamento la señal de "barco de vela", que es un sonido largo y dos cortos. Pero en cuanto nos alejamos unas millas salimos del puré de guisantes y todo el resto de la jornada hizo un sol radiante, aunque con poco viento. Hemos hecho 30 millas en unas 8 horas. Las 5 primeras a la francesa, y las 3 últimas, a partir del Cabo Prior, con una brisa agradable del oeste, con la mayor y el espí sobre un mar esmeralda con olas de mar de fondo que también nos impulsaban hacia Coruña. En la primera foto podéis ver cómo estaba el día cuando avistamos el Faro de Hércules. Una buena despedida para Fernando, que mañana se vuelve a casa.

Las horas de encalmada por la mañana las utilizamos para resolver el problema de la carga de la batería desde el alternador del fueraborda, y ese tema ha quedado resuelto.

La tarde la hemos dedicado a recorrer la Coruña con las bicis. En el puerto vimos unos veleros de vela adaptada, con una silla anatómica y todo reenviado delante de la silla, hasta el timón, para que puedan practicar este deporte quienes van en silla de ruedas.

La ciudad estaba animadísima, con charangas por la calle tocando música de gaita, un concurso de belleza canina, y todas las calles abarrotadas de gente. El edificio de la lonja tiene una curiosa escultura que reproduce una aguja de coser redes.

Cenamos en el centro y luego nos dimos una verdadera ducha en el edificio de la Marina, porque hoy nos hemos quedado, por primera vez en este viaje, en una marina.

Mañana se incorpora Iker a la tripulación y, si el tiempo lo permite, intentaremos llegar a Laxe.

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